
Me pregunto qué debo hacer, por qué estoy aquí realmente, por qué esa puerta que tiene que abrirse, no se acaba de abrir. ¿Será que no estoy preparada? ¿Será que me he montado unas pajarracas mentales al creer en todo lo que ando predicando en lo referente a otra forma de entender la existencia, de ayudar y manifestarse? Me paro, respiro, y en el fondo sé que lo que "siento", si vibra en mi interior, es que es la verdad.
La verdad es que sí vibro pero me invade cierta melancolía por no poder conectarme, envolverme del sostén de la Madre Tierra, sentirme una con ella y abrazarla infinitamente. Hace tiempo que no sé lo que es eso, o estoy mezquinamente ensimismada, o quizá soy demasiado exigente, porque sí es cierto que me repongo cuando paseo atenta a los cantos de los pájaros, dejádome hacer cosquillas por el viento, riendo cuando veo una urraca dejarse llevar por las corrientes del viento, hablando con los cuervos, grandes compañeros de estos lares...o quizás es, simplemente, que quiero más y no me lo permito (y ello es un arma de doble filo porque ahí está el ego de nuevo para recordarte que "tú ¿quién te crees que eres?".
La verdad, también, es que me invade una especie de tristeza porque me siento sola entre la gente. Sí, tengo el sostén contínuo de mi compañero, de mi hijo... pero eso no es suficiente cuando una siente que un huracán en espiral descontrolado se mueve en el interior, y una lo que necesita es expandirse hacia afuera, no quedarse con la sensación física de "soy una especie de estructura de jaula".
Sí, tengo el sostén, en la red, y puntualmente, en los pocos encuentros con otros maravillosos seres humanos. A veces me pregunto, qué fue de las experiencias tan directas que tenía con otras entidades, con otras realidades...¿Es que no van a volver? ¿Es que no estoy aquí para desarrollar esa parte de mí? ¿o es que no sé valorar las que tengo directamente con otras relaciones de la naturaleza de mi entorno?
Sé que cuando estoy rodeada de seres vivos, de minerales... todo lo que por suerte está ahí fuera, dónde vivo... me siento bien. Pero haber vuelto al trabajo, no poder dormir, no poder descansar lo que mi cuerpo realmente necesita, y no disponer de tiempo para cuidarme más... están haciendo mella.
Por otra parte, me siento muy afortunada. Sólo con mirar la carita de mi hijo, me invade un amor y una confianza en la vida absoluta. Sé que no tendría que quejarme y, a momentos, lo llevo muy bien. Mi alegría fluctúa arriba y abajo, como el dibujo de las ondas de las frecuencias más bajas. Ya no sé dónde ahondar, dónde buscar. Mi sombra habla, quiere transmitirme, pero no acabo de captar.
Últimamente recuerdo sucesos que me tuvieron bajo un estado de estrés importante y entiendo que mi cuerpo se resintió muchísimo por ello. Trato de visualizar más y más. Y mejor parar, porque no llego a nada en claro. Esta noche mismo, he tenido un sueño realmente extraño y sobrecogedor... y eso que preparamos un altar hermoso con todas nuestras piedras, nuestros objetos de poder, para conectarnos con el chakra del corazón de la Madre Tierra en el transcurso de la medianoche del 24 al 25 de febrero... buscando abrir la energía del chakra de nuestros corazones. Hoy es muy temprano, este es mi rato antes de marcharme a trabajar, pero, de momento, mi cuerpo no se siente liviano y tengo ganas de llorar.
Echo de menos cantar con gente, con un intento, con los tambores. Que me abracen mujeres, sudar en el vientre de la Madre Tierra, respirar el humo del copal, y sobre todo necesito entender más sobre mi papel en esta vida. Casi es eso lo que más me enloquece. Y puede que mi papel no sea más de lo que ya es, y eso también es un sablazo al ego. Y eso también tengo que aceptarlo.
Así que lanzo el intento, aquí y ahora, para que mi cuerpo acabe de sanar y para que se produzca el milagro de despertar con alas de mariposa, sin miedo, con decisión y contundencia. Y le doy las gracias a Juan Vicente y a Jairo porque me están enseñando mucho (aunque sea doloroso a momentos) y a todos los seres que me acompañáis con vuestra hermosa y sanadora existencia.
Ahó.