Reflexionando nuestro mundo
Si queremos darnos cuenta de cómo nos hemos metido en este laberinto que es la crisis, hemos de considerar que es consecuencia de una complejidad de actitudes humanas desde el final de la segunda guerra mundial y después de la guerra fría.
Debemos considerar el valor que se ha dado al poder y que nos han educado para considerarlo de un modo paternalista. Ellos saben lo que le conviene al pueblo y lo aplicarán al bien común.
En primer lugar el poder surge de la vivencia de inseguridad y de carencia, por ello quien lo detenta se crea un mundo propio rodeado de otros propios que constituyen una agrupación o corporación con intereses comunes que son mantener este estatus. Y necesariamente antes que pugnar directamente con otras formas de poder (esta vez económico, por capitalista), lo que pretenden es practicar una seducción mutua en la que los detectores del poder civil o político acaban por prostituirse considerando como propios contravalores egemónicos y monopolistas. Esta prostitución los lleva a pensar en términos no-humanos. Mecanizando el concepto de persona, y "creyendo" (porque es una cuestión de fe) que a través de la adicción al consumo y el satisfacerse mediante bienes y posesiones materiales, le producirá un bienestar y una felicidad. He aquí la tendencia depredatoria de nuestra cultura. De seguir así nos acabamos depredando entre nosotros mismos, cosa que ya pasa. El progreso humano está torpedeado. En vez de haber menos necesidad de policía y jueces, cada vez hay más necesidad de elllos, y las cárceles a reventar.
La educación se ha sometido a los requisitos de la utilidad, el hacer autómatas para pugnar por puestos de trabajo, al que sólo podrá tener acceso el más "apto" (desde un punto de vista darwinista), no el "mejor ser humano". La propia tecnología arroja la gente al paro sin remedio. No hay ningún interés en formar a seres humanos con conocimiento, que sepan satisfacer el afán innato de descubrir, crear y colaborar por el bien común.
El plantearse cuál es el potencial pleno del ser humano, hoy por hoy, se considera una estupidez, porque lo que vale es cómo conseguir ganarse la vida.
Y la vida o nos la ganamos todos juntos por igual, y la gozamos en comunidad (con sentimientos de pertenencia y fraternidad) o caemos en el egoísmo neurótico del "sálvese quien pueda".
Las instituciones políticas manejan esta situación, alienados en su autocontemplación autoególatra, ajenos a lo genuinamente humano, despechados por perder, o engrandecidos por triunfar, pero todos equivocados.
Y lo único que pretenden es generar tretas populistas y decir lo que quiere oir la gente que ha perdido su brújula para que, así, les otorgue (una vez más) su confianza mediante sufragio para que todo se mantenga como está.
Ahora lo único que se desea es superar la crisis, y que el dinero vuelva a fluir.
Es decir, que los parásitos que lo acumulan y lo utilizan para invertirlo especulativamente produciendo enormes deudas en estados, se avengan a moderar su predación y consientan en aflojar su codicia y suavizar las condiciones asfixiadas de la mayor parte de los pobladores del mundo.
Ellos, por muchos años, tendrán la satisfacción de cobrar los intereses a los estados a través de los impuestos de sus pobladores; y entre tanto los diferentes colores políticos se irá sucediendo en gobiernos, que necesitarán de financiación generosa para proseguir con su secular prostitución ideológica; hasta que los "mercados" decidan crear otra crisis, así de codiciosos y aburridos deben ser.
El concubinato del poder económico y poder representativo debe ser seriamente meditado por la población civil y, dado que no hay el menor interés en que las cosas cambien, ésta debe producir un autodidactismo que la despierte del estupor y sueño de esperar que de nuestros representantes electos surja "algo genial".
|
Vivimos dormidos |
Lo genial es que la población despierte y diga "basta", que se organice, de acuerdo a valores profundos del popio ser, para generar una organización social alternativa. Si no se presta atención a la necesidad intrínseca de compromiso con valores existenciales, cualquier movimiento y acto que surja desde el enojo y la indignación volverá a caer en la manipulación, el nihilismo, y la vacuidad.
En todo ello hoy juegan un valor incalculable los educadores de la nuevas generaciones. Deben esforzarse, más allá del deber profesional, a ayudar, en contracorriente, a que los niños y jóvenes tomen contacto con su potencial humano y descubran el placer y bienestar que confieren las "experiencias cumbres" como florecimiento del propio potencial humano.
|
Las nuevas generaciones |
|
Experiencias cumbre. |
Es la única manera de salirnos del pasmo y estupor narcótico y sentirnos sacudidos por nuestra propia creatividad, pero sin mediación de cualquier tipo de drogas. Les acompañan los responsables de la salud mental y física. Y finalmente el gran apoyo debería surgir de movimientos sindicales ajenos a los intereses con los gobiernos.
De tal manera dispodríamos de nueva savia para crear una civilización mucho más sana y eficiente humanamente hablando.
Un gran abrazo.
Ernesto Cabeza Salamó
Bueno Ernesto, me queda siempre el pensar que, a través de la educación, podemos llegar a nuestros pequeños, que luego estarán en este mundo que les dejamos. Hoy, hablando con una compañera de trabajo, que ayer dio una ponencia sobre la acción tutorial en las aulas de primaria, me ha quedado una sonrisilla en el rostro, por bastante rato, pues ella, ayer se encargó de la difícil tarea de trasladar su percepción al profesorado novel, y sobre todo les dijo, que había que querer y respetar al niño tal y como es, que se olviden tanto de trabajar los contenidos y se dediquen más a trabajar las relaciones, a desarrollar su parte afectiva y quererlos, quererlos mucho... que empezáramos a romper el concepto de ser tan rígidos y trabajar sobre lo afectivo... y para ello hay que formarse... Que los profesionales de la educación tienen que ser eso, profesionales de la educación, que somos modelos, que tenemos que ser capaces de redescubrir a los alumnos, de mirarlos con otros ojos...
ResponderEliminarElla siente amor por la profesión.
De todo tu escrito, me retumba esa palabra: educación y es que en general, somos analfabetos emocionales y hay que aprender de las emociones... Sería maravilloso que se trabajaran más las inteligencias múltiples en las aulas.
Y sentir Respeto, mucho respeto hacia nosotros mismos, hacia cada ser que habita este planeta. Respeto.
Educar significa apoyar el potencial del educando, lo que significa, asimismo, reconocer la propia verdad, la autenticidad. El educando tiene una noción existencial de su verdad que manifiesta a través de sus acciones, de sus actitudes, de sus juegos y demás propuestas; el educador para poder contactar con ello debe, estar en contacto con su autenticidad, con su integridad. El educador debe ser un autodiscípulo, debe ser un guerrero acechante de sus propias inercias, de sus introyecciones, de sus proyecciones, de sus creencias. Solo así podra entrever la verdad del educando y apoyarla en su desarrollo y florecimiento. los niños tienen espontaneamente multitud de experiencias cumbre, para ellos es algo muy normal (todo es asombro, todo es descubrimiento, todo es adquisición de sentido mágico). Es el adulto quien lo desconoce o no lo cree posible. El educador debe estar comprometido con su auto realización, con la búsqueda de los valores intrínsecos y, sin sentir verguenza, los metavalores que resultan ser universales. El asumir la personificación de los metavalores posibilita y facilita la aparición de experiencias cumbre, y éstas transforman la personalidad creativamente.
ResponderEliminar