domingo, 11 de enero de 2009

Entrenadas para sentir lástima del hombre.

Me gustaría reproducir aquí un extracto del libro "Donde cruzan los brujos" de Taisha Abelar. Recuerdo muy a menudo la narración que a continuación transcribo. Al leerlo por primera vez entendí de golpe muchos de mis roles, comprendí para aquello que había sido entrenada, y por qué me sentía mal con muchos de los hombres que se cruzaban en mi camino. Sé que se producía un desgaste de energía. Sé que sentía miedo, pena... y que otros se nutrían de ello. Hace mucho tiempo que dejó de pasarme, y cuando ello vuelve a plasmarse delante, como viejo fantasma, como lazo que todavía no ha sido cortado, le doy gracias a la vida y al Gran Espíritu por ponerme tales acechos delante. No hay otra forma de caminar por la senda del guerrero. No se sientan ofendidos los machos. No se sientan atacadas las hembras. Es tan simple como lo que es.

La historia transcurre al parar en una tasca. Taisha y Clara (la mujer guerrera con la que se ha cruzado) se disponen a comer caldo de tortuga, un guiso típico del lugar.

"Un apuesto hombre de edad madura que estaba sentado en la mesa de al lado de la nuestra se volvió hacia mí y me guiñó el ojo. Su gesto me pareció más un intento por hacerse el gracioso que una insinuación sexual. Se inclinó hacia mí, como si le hubiéramos dirigido la palabra.
-La tortuga que está comiendo ahora era muy grande- dijo en inglés, con un marcado acento.
Clara me miró y alzó las cejas, como si no pudiera creer tanta audacia por parte de un desconocido.
-Esta tortuga era tan grande que alimentaría a una docena de personas hambrientas -prosiguió el hombre-.Las atrapan en el mar. Se requieren varios hombres para agarrar a una sola.
-Supongo que las aporrean como a las ballenas- comenté.
El hombre hábilmente acercó su silla a nuestra mesa.
-No, creo que usan grandes redes -afirmó-. Luego las aporrean hasta dejarlas inconscientes, antes de abrirles los vientres. Así la carne no se pone demasiado dura.
Mi apetito se esfumó. Lo último que deseaba era que un agresivo e insensible desconocido se pasara a nuestra mesa, pero no sabía como manejar la situación.
-A propósito de comida, Guaymas tiene fama por sus camarones gigantes -continuó el hombre con una sonrisa cautivadora-. Permítanme pedirles unos.
-Ya lo hice -replicó Clara bruscamente.
En ese momento regresó nuestra mesera, cargando un plato rebosante de los camarones más grandes que había visto en mi vida. Hubieran bastado para un banquete y definitivamente eran mucho más de lo que Clara y yo podríamos comer, por mucha hambre que tuviésemos.
Nuestro indeseable compañero me miró, a la espera de una invitación para compartir nuestra comida. De haber estado sola, hubiera logrado pegarse aún contra mi voluntad. Sin embargo, Clara tenía otros planes y reaccionó de manera decisiva. Se puso de pie con agilidad felina, enfrentó al hombre adoptando una actitud amenazadora y lo miró directamente a los ojos.
-¡Vete a la chingada, pendejo! -vociferó en español-. ¡Cómo te atreves a sentarte en nuestra mesa! ¡mi sobrina no es ninguna pinche PUTA!
Su actitud emanaba tal fuerza y el tono de su voz era tan ofensivo que se paralizó toda la actividad del lugar. Todos los ojos se clavaron en nuestra mesa. El hombre se encogió de manera tan lastimosa que sentí pena por él. Se escurrió de la silla y salió del restaurante casi reptando.
-Sé que has sido entrenada para dejar que los homres te saquen ventaja por el simple hecho de ser hombres- comentó Clara una vez se había vuelto a sentar-. Siempre has tratado con amabilidad a los hombres y te han chupado todo lo que tienes ¡¿No sabías que los hombres se alimentan de la energía de las mujeres?!
Sentía demasiada vergüenza para discutir cone ella. Percibía todas las miradas en el lugar fijas sobre mí.
-Dejas que te mangoneen porque les tienes lástima -prosiguió Clara-. En lo mas recóndito de tu corazón ansías cuidar a un hombre, a cualquier hombre. Si ese idiota hubiera sido mujer, tú misma no habrías permitido nunca que se sentara en nuestra mesa.
Había perdido el apetito por completo. Me enfurruñé pensativa.
-Veo que te toqué una llaga -indicó Clara con una sonrisa vana.
-Armaste un escándalo; fuiste grosera -declaré con tono de reproche.
-Es cierto -replicó, riéndose -. Pero casi lo maté del susto.
Su expresión era tan franca y parecía tan feliz que por fin pude reír, al recordar el sobresalto del hombre.
-Soy igual que mi madre -rezongué-. Consiguió hacer de mi un ratón en lo que se refiere a los hombres.
En el instante en que dí expresión a este pensamiento, desapareció mi depresión y volví a sentir hambre. Me acabé casi todo el plato de camarones.
-No hay nada que se compare a principiar una nueva etapa en la vida con la barriga llena y el corazón contento -delcaró Clara".

Páginas 14, 15 y 16. Donde cruzan los brujos. Taisha Abelar.

2 comentarios:

  1. Hola Ines y Juanvi. No os conozco en persona, pero formo parte de la familia biodanzera y he oido hablar de vosotros (gracias a Gloria y elena de albacete, a antonio de caravaca,...). De ahí q llevo un tiempo colandome en vuestro blog y en vuestros pensamientos y sentires. Y por ello quiero daros las gracias.

    Este fin de semana he tenido seminario de gestalt y uno de los temas emergentes del grupo ha sido la relacion entre hombres y mujeres. Las mujeres en general estabamos enfadadas con el genero masculino. Y por eso al leer esto ahora me ha resonado mucho.
    Es cierto, las mujeres tenemos grabado, o yo al menos, aun lo tengo, la necesidad de complacer, cuidar,... al hombre, ese sentimiento de pena, de tenerlo q salvar. Y me ha llegado la frase de "si fuese una mujer no le permitiriamos lo mismo, o no le prestariamos tanta atencion a sus necesidades,...).

    Muchas gracias y un abracito, Caro (De mi alma a tu alma)

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  2. Hola Caro. Soy Inés. ¡Yo también he oído hablar mucho de ti y de otras personas de Albacete que sóis biodanceros!por Gloria, Elena, Furiossa, Antonio... Me llena de alegría que podamos cruzarnos. Fíjate que el otro día le eché un vistazo al blog de Antonio y me colé en "De mi alma a tu alma" y leí varios posts...y... es que hablamos tod@s el mismo idioma, ¡¡caramba!! Estás aquí al ladito. ¡Qué grande es que ésta entrada que hacía mucho tiempo que quería escribir, haya coincidido con un tema que tú estás elaborando! Yo vuelvo a estar en ello, quizá desde otra perspectiva, pero ando merodeando algo importante con respecto al poder que hay en la mujer y el matriarcado. Recientemente ha llegado un libro muy esclarecedor a mí. Estoy buscando la manera de compartir todo lo que estoy descubriendo en él aquí, en el blog, y comenzar con narraciones de Taisha, Florinda, Tomás, Castaneda... me parece una buena manera de empezar a abordar el tema, un tema que toca mucho el ego.
    En fin, recibe un tierno abrazo guerrera y cuenta conmigo para todo aquello que necesites.

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