martes, 9 de diciembre de 2008

El pajarito de Luis

3 comentarios:

  1. Parece una pajarita de las nieves... Un precioso animal que... menudo mensaje duro te trajo...

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  2. Hola! Luis.
    Los animales son muy intuitivos "eso ya lo sabes", pero los seres humanos también lo somos "creo, que también lo sabes". La unión de esa intuición llevan a realidad situaciones como la que vivistes.
    Para el pajarito ya sabes su significado "era el momento de su muerte y antes de irse te regalo una sintonia muy bonita y real de esta vida". Pero me pregunto, ¿para tí que significado tiene la experiencia que vivisteis?.
    Con todo cariño de un amigo
    Juanvi

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  3. También os voy a contar mi historia. Hace ya unos cuatro años, a fines de primavera, encontré un gorrión caido del nido bajo el bordillo de una calle cerca del Mercado de San Antonio en Barcelona. Entre ruedas de coches estacionados, a merced de seres inquietantes, enfrentando un muerte prematura y cierta. Lo recogí llevándomelo a casa. Asustado el animalito apenas se movía. Le hicimos un nido de algodón, lo alimentamos con la punta de un palillo para que recordara el pico materno con leche de soja con pan y galleta. Y el pajarillo sobrevivió al primer día y siguientes. Le llamamos Tina. Con
    nosotros vivió unas semanas mientras tomando fuerzas, con vigor vuelos ensayaba y ¡qué porrazos se pegaba!. Bajo la melena de Silvia, junto a su hombro reposaba y dormía. En el borde de nuestros platos se ponía picoteando de lo que comíamos. Y un día se fué, volando vital a los árboles de enfrente, confundiéndose con sus otros congéneres.
    Un año después, otro de ellos encontré en la calle Lavaderos, en Sta. Coloma. Lo tomé antes de que tratara de refugiarse en la abertura de la alcantarilla. A este llamamos Til. Su temperamento era totalmente diferente al otro.
    Til era más sosegado, quizá más tierno y menos temerario. No se confiaba tanto, pero piaba más de contento. NBo se dió batacazos, su aprender a volar fue suave, con vuelos comedidos y precisos cada vez más largos y altos. Nunca olvidaré el día que se fue. Había comido algo poco antes. Se plantó en el zócalo de la puerta del balcón. Supe que se iría. Se dirigióa mí, llamó mi atención con un piar vigoroso, más intenso de lo que acostumbraba. Cuando estuvo seguro de que captaba mi atención, se giró y abriendo las alas voló a sumundo. Seguí con la mirada su joven vuelo hasta perderlo entre el follaje de los árboles. Esa despedida, fue real, llena de gratitud, o, al menos, así lo viví yo. Que tengas una vida plena le deseé mirando al árbol en el que se paró.
    Unas veces damos la bienvenida a la vida, otras ayudamos en su despedida. Todo gestos simbólicos plenos de enseñanza.
    Buscaré alguna foto de ambos; y si lo teneis a bien, las adjuntaré al bog.
    Besos, queridos amigos. Ernesto.

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