Hacerse humanista. En la senda de la auto realización.
Este es el cuarto escrito acerca del tema del humanismo en nuestra actualidad. En el escrito del día 2 de febrero me preguntaba ¿De vuelta al humanismo? Luego el 4 de marzo publiqué "Nuevo humanismo. La Primera y Segunda Humanidad" y finalmente estando en el confinamiento a causa del coronavirus, publiqué el 21 de marzo el escrito "Humanismo y psicología hoy". Siete días después ya puedo publicar el siguiente escrito que titulo Hacerse humanista. En la senda de la auto realización, que es una reflexión inspirada en el pensamiento de unos de los fundadores de la psicología humanista, Abraham Maslow. Ya os habréis dado cuenta que lo tomo como referencia actualizándolo al aquí y ahora. Si queréis leer sobre él, os recomiendo su último libro y obra póstuma: "La personalidad creadora".
A los valores que acompañan a las meta motivaciones, Maslow, los denominó “valores B” (de being, sustantivo ser). Forman parte sustancial de la vida humana, pero, para muchos, no llegan a ser considerados porque los esfuerzos se centran en las necesidades con sus “valores D” (de deficiency, sustantivo deficiencia), relacionados con las carencias y lo relativo a lo básico de la vida para cubrir deficiencias. Unas veces por pura supervivencia y, otras, por estar el individuo tan atrapado en una mentalidad de carestía y victimismo, que no puede ver más allá de este contexto; pero, aun así, hay ciertos momentos o situaciones vitales en que la persona se asoma más allá de su situación vital interpretativa y advierte la existencia y llamada de otras facetas del mundo y la vida. Todos necesitamos con qué alimentarnos y dónde vivir, incluso tener la confianza y seguridad de que a corto y medio plazo estas necesidades pueden estar cubiertas.
Abraham Maslow |
A los valores que acompañan a las meta motivaciones, Maslow, los denominó “valores B” (de being, sustantivo ser). Forman parte sustancial de la vida humana, pero, para muchos, no llegan a ser considerados porque los esfuerzos se centran en las necesidades con sus “valores D” (de deficiency, sustantivo deficiencia), relacionados con las carencias y lo relativo a lo básico de la vida para cubrir deficiencias. Unas veces por pura supervivencia y, otras, por estar el individuo tan atrapado en una mentalidad de carestía y victimismo, que no puede ver más allá de este contexto; pero, aun así, hay ciertos momentos o situaciones vitales en que la persona se asoma más allá de su situación vital interpretativa y advierte la existencia y llamada de otras facetas del mundo y la vida. Todos necesitamos con qué alimentarnos y dónde vivir, incluso tener la confianza y seguridad de que a corto y medio plazo estas necesidades pueden estar cubiertas.
En una sociedad en la que hay un % fijo de desempleo a lo largo de numerosos años, ya no se le puede considerar como algo coyuntural, sino estructural; y consecuentemente hay gente excluida del sistema de “bienestar” y otra en la que pende sobre su cabeza la espada de Damocles del paro coyuntural y el temor de que se transforme asimismo en situación estructural. Muchos sentimos tal espada sobre las cabezas y deseamos no llegar a ser sus víctimas. Sabemos que, en un sistema económico monetario, la tecnología (robótica) tenderá a sustituir a la mano de obra cada vez en mayor número de los puestos de trabajo aún existentes; y que, por mucho que intenten hacernos creer, que la tecnología genera otros nuevos, se considera tal idea como algo desiderativo y no tanto real. En ciertos momentos a todo humano le llega el deseo y necesidad de vivir en la belleza, en la bondad, en la justicia, en la verdad; y entonces suspira considerándolo una utopía. Lo que es utopía para unos puede ser la realidad de otros muy escasos. En este punto están los meta valores propios de una cultura y sociedad comprometidos con la auto realización. Aquellos que sienten que las meta motivaciones y los meta valores son parte constitutiva de su existencia, estando en la senda auto realizadora; inmersos en un ambiente, en una masa que no los consideran; ven frustrado que su ideario se asiente en lo social más allá de lo desiderativo. Esto lo pueden vivir como una deficiencia, como una privación, como deficiencia y, de tal modo, desarrollar una patología por carencia que llamaremos metapatología. De ello ya he hablado con anterioridad, pero ahora interesa adentrarse algo más en este aspecto. Los meta valores para las personas auto realizantes y auto realizadas, es lo que da significado a sus vidas, ellos lo viven como presente, no utópicamente. Estas personas pueden ser sanas o pasar por alguna metapatología pasajera o estructural y parecerse bastante a otras patologías neuróticas de deficiencia como la ansiedad o depresión, entre otras; pero su análisis y tratamiento se encuentra en un ámbito diferente. Los consejeros religiosos, por lo común, tratan de que el aquejado acepte su herida como prueba de su fortaleza espiritual ante la voluntad divina y crea que, con este pesar, asumiéndolo dignamente, se hace más espiritual y consecuentemente merecedor de su premio espiritual en esta vida y en el más allá. El terapeuta, ante las metapatologías, sabe que debe actuar como si ese meta valor frustrado y vivido como necesario fuera realmente un tipo de necesidad para su propia realización humana. Mientras no sea así, no podrían realizarse pasos sanadores veraces.
Veamos cómo se puede frustrar, de hecho, así se hace, el camino y tendencia a la auto realización.
Consideremos como ejemplo el valor de la verdad, la creatividad; pero asumamos que aquellas personas que participan de estos valores viven en una cultura en la que están rodeadas de embusteros y manipuladores, entonces sentirán que no pueden confiar en nadie. Otro ejemplo que hoy en día nos toca a todos es que en nuestra cultura hay tal cantidad de presión manipuladora en tanto a forzar las no-verdades al punto de convertirlas en verdades, de fomentar el consumismo, de incentivar la competividad, el saturarnos de información innecesario para confundir y no apreciar lo importante, etc.; entonces quienes consideren el valor de la libertad, la justicia y verdad, se sentirán permanentemente frustrados, tendrán que utilizar el disimulo como pauta de relación social y anidará la desconfianza y la duda acerca de todo cuanto le rodee. El ser consciente de todo ello ayuda a mantenerse conectado y en alerta.
Todos nacemos con el contacto suficiente con nuestro self orientados al crecimiento, tanto físico como de personalidad, pero de igual modo que la malnutrición afecta el crecimiento y sano desarrollo del cuerpo; la privación y la duda respecto a los propios valores innatos de los niños se confunden y alteran con las vivencias de incomprensión, rechazo, desamor, violencia psíquica y aun física, autoritarismo, etc. Esos niños entrarán en conflicto con su autenticidad, con la identidad y con el ambiente familiar y social. Este conflicto supone un bloqueo a su actualización humana y puede llegar a permanecer en ese estado a lo largo de toda su vida, entre otras cosas porque se le hace ver que esto es la condición “normal” de su medio ambiente cultural y social.
Por eso es necesaria una sociedad sana y comprometida con valores. No es suficiente anotarlos como derechos teóricos y que no se vean activos en el vivir diario. Proclamamos la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero no podemos ejercer la libertad personal en tantos aspectos, nos sentimos en situación de desigualdad y exclusión a tantos derechos; y en cuanto a la fraternidad, nos sentimos manipulados, engañados y mentidos muy a menudo. Aprendemos a declarar unos valores y a contradecirlos en el sentir y al actuar, entonces no podemos acceder a la plena actualización de la propia humanidad, es decir, a la auto realización. Si esto acontece siendo adulto, comprendamos cómo afecta a los niños, adolescentes y jóvenes en su inocencia e idealismo.
La duda, la confusión, la contradicción en los jóvenes hace que no puedan realizar elecciones o decisiones comprometidas; aún así nos sorprende el activismo que profesan algunos; el idealismo se une al instinto de supervivencia. A cada momento cada cual debe decidir o elegir desde la libertad y, por tanto, cada decisión puede ir en la dirección a la auto realización o a su negación. A lo largo de cada día se dan innumerables decisiones ya sean pequeñas o grandes. ¿Qué tal consciente y responsablemente las elaboramos y decidimos?
Ernesto Cabeza Salamó
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