jueves, 23 de abril de 2020

Humanismo, creatividad y auto realización 2: “Holismo”

En el escrito anterior (Humanismo, creatividad y auto realización 1) propuse diferenciar dos aspectos en la creatividad; el aspecto primario, la inspiración con sus atributos; y el aspecto secundario, la elaboración de esta, que es un largo proceso laborioso y racional.

La elaboración, el proceso secundario, presente en toda persona, acompaña al proceso primario y justamente la vivencia de fascinación y asombro es lo que permite que pueda ser esforzada la labor secundaria; una especie de voluntad esforzada siguiendo una potente motivación, conduciendo a que se pueda llegar a su formulación racional, lógica y operativa. Aunque, algunas veces, al irse diluyendo con el tiempo, ocurra como con el material de los sueños, que se disipa, se desvanece y, con ello, por mucha fascinación y voluntad que se ponga, ya no hay con qué operar y a dónde ir; lo primario ha desaparecido, la inspiración, y lo secundario se queda a ciegas con frustración.

Cuando se estudia la creatividad, se suele caer en el error de querer definirla eficientemente, entonces nos adentraos en un análisis del que van apareciendo aspectos formales, sin contenido creativo inspirador. Podemos concebir múltiples aspectos asociados importantes. Es como tratar de estudiar el organismo y tratar de definir sus sistemas orgánicos con precisión y también las interacciones entre ellos. La definición y enunciación de todo lo descubierto dará para llenar un grueso libro, pero no tendremos lo importante. Lo importante es que el organismo expresa vida y la vida no es estructura, sino función; pero si abordamos “vida” sin estructura corporal, estamos en una abstracción, estamos en una idea sobre la vida, pero tampoco “con la vida”. Podemos filosofar, pero filosofar sobre la vida no es la “propia vida”.

Por ello hablamos del “Organismo vivo”, una estructura con su función. Los taoístas aseguran que lo importante no es lo que se ve, sino lo que no se ve, pero es. El cántaro es cántaro en el sentido que permite albergar agua para saciar la sed. Sin embargo, cuando vemos el objeto de arcilla le llamamos cántaro independientemente de que contenga o no agua en su interior. Pero el cántaro sólo sirve como fenómeno físico si está lleno de agua potable. De igual modo que un organismo sólo sirve si está vivo, que es su función. La creatividad es como el organismo, pero mucho más sutil. La vivencia aparece llena de un material psico-energético que nos fascina; pero si esa energía no permanece lo suficiente para que nuestra conciencia la procese (parte secundaria), se quedará como algo experimentado y ahora vacío. Y si permanece como contenido de la conciencia y procedemos con su elaboración, la realización formal, en el caso de conseguirlo, el resultado será algo relacionado con la inspiración, quizá semejante o que nos la recuerda, pero no la propia inspiración. La inspiración es mucho más cautivadora y bella que la manifestación creada tras larga e intensa elaboración, es decir, el producto acabado. Nos contentamos con él, y sabemos que se puede perfeccionar.

El estudio en el aspecto estructural de análisis y síntesis, es decir inductivo y deductivo. El proceso funcional es algo que no procede de la conciencia; sino de ese océano profundo, del que la conciencia no es más que su superficie. Procede, por ello de la inconsciente; es algo que aflora durante unos instantes con pleno sentido y que regresa a la fuente disolviéndose en ella. Es lo holístico, lo que tiene pleno sentido, pero no puede ser cogido; es como agua escurriéndose entre los dedos cuando tratamos de agarrarla. Con todo este tenemos claro que, por un lado, estamos en los descriptivo, es decir, lo estructural; y por otro, en lo filosófico u ontológico, lo funcional; y sólo puede sernos útil si lo tomamos en una unidad estructural-funcional.


Así, pues, cuando me refiero a la creatividad, considero esa sutil manifestación viva que se da como unidad estructural-funcional. Es decir, como un organismo manifestándose vivo, o un cántaro pleno de agua con la que poder beber.

La creatividad es libre, surge espontáneamente cuando las circunstancias le son propicias; recordemos las abrumadoras crisis creativas de ciertos artistas.

Dicho esto, queda claro que la persona creativa no es un ser humano común y corriente, sino una clase particular de ser humano. Estamos viendo consecuentemente que la creatividad es transformación y nos surge la hipótesis de que la creatividad surge con la transformación de la persona corriente, de la transformación de su propia naturaleza. Así todo cuanto contribuye a un avance de la salud psicológica de la persona, que equivale a experimentar cambios, conduce a que la persona devenga más sana, más humana; la conduce a ser más creativa. Eso no significa que las personas corrientes no puedan experimentar momentos de inspiración creativa, todos los tenemos de vez n cuando, pero esta transformación hace que el enlace entre motivación e inspiración esté más operativo. La creación de neuroalgoritmos de mayor sintergia y el campo neuronal consecuente crea patrones de interferencia con la Lattice, la vivencia inspiradora, que, a su vez, da sentido y significado a este nuevo neuroalgoritmo que asimila el Procesador Central (el Ser) en canal abierto con el Yo (la personalidad). Por ello no puede funcionar un manual de creatividad. Ya dije que lo descriptivo es la forma, la estructura; pero no es la función; y que el estudio de la función, el arte, la estética, tampoco es la creatividad. Por ello, la creatividad, en las personas debe concebirse en un sentido holista; emana de todo el sistema, mejorándolo. El contactar o alcanzar la propia creatividad es algo así como experimentar una conversión religiosa; se genera un clima, un contexto especial en el que se da. Este clima emana de la propia persona en el instante creativo primario, ya lo he mostrado en el escrito anterior; pero también si hay un clima, un contexto ambiental favorable, la estimula por resonancia. Uniendo lo dicho vemos que ese clima que la favorece sería, en el aspecto amplio, el de una sociedad utópica, en la que sus integrantes experimentaran la eupsíquia. Es decir, una sociedad especialmente diseñada para producir y agrandar. Puestos en ello, imbuidos en este clima creativo, desde la eupsiquia se vislumbra la idea de lo que podría ser, aquí y ahora, una sociedad eutopica. Lo utópico queda para su consecuente futuro.
Si las prácticas terapéuticas de tipo holista (es decir integrando lo orgánico con lo psíquico y lo trascendente) conducen a la eupsiquia mediante la transformación, liberando de ataduras y bloqueos, dejando aflorar la creatividad; entonces esto también sería aplicable a la educación. En la creatividad en su estado primario, se disuelven los límites espacio temporales y de conciencia, nos hace inocentes y entusiastas de lo que tenemos entre manos; es decir, exteriorizamos eso que todos los niños por propia naturaleza exhiben, aquello con lo que nacen. Y si, como adultos, no podemos exteriorizar todo ese potencial es porque el reloj interior diencefálico, al adecuarse al contexto educacional, ajusta o sincroniza la realidad adulta. Pongo como ejemplo muy clarificador la capacidad infantil de “Visión extrasensorial” (V.E.S.), tan fácil de activar en la infancia hasta la aparición de los cambios que anuncian la adolescencia; cuando el proceso educativo ha incorporado la práctica cotidiana de VES, entonces, con la adolescencia, se mantiene como algo implícito en la personalidad, y el reloj biológico, la glándula pineal (epífisis). Es bien sabido que la activación de VES es ya difícil de realizar a partir de los 12 años por lo general y, aún más difícil, a medida que se afianza la transformación adolescente. Es algo que he podido constatar y demostrar. Así, pues, tenemos en manos cambios muy potentes que realizar en el terreno de la terapia y la educación holista. 

También es muy cierto que la persona creativa tiene su parte amarga, pero es en la interacción con nuestra sociedad actual. Se considera que la persona creativa no es muy de fiar. Repentinamente actúa por corazonadas o intuiciones que se salen del guion esperado. Cuando aparecen ataques de creatividad lo trastornan todo y causan problemas en el sistema. El sistema racionalmente mecanizado rechaza a las personas creativas porque lo rompen, no pueden operar satisfactoriamente en tal rígidos patrones mecánicos o mecanizados. El coexistir personas creativas con las corrientes es un proceso dinámico conflictivo que exige obtener una sinergia funcional. Las estructuras deben ser flexibles, la sociedad eutopica es la que genera la propia sinergia. Tampoco la persona creativa es un ser alocado y caótico; pues tras el proceso primario, le sigue un abnegado proceso secundario pleno de lealtad, pasión y esfuerzo por hacerlo realidad.

La creatividad general, en el sentido holista, emana de todo el sistema, mejorándolo en general.

Las personas inmersas en la creatividad primaria son un tipo de revolucionarios, en el sentido de dar la espalda a lo establecido; recordemos el lema del Mayo del 68: “La imaginación al Poder”. No están satisfechas con la realidad vigente; en las grandes empresas e instituciones se sienten machacados.

Las fuentes de este tipo de creatividad, de ideas nuevas, se encuentra en lo profundo de la naturaleza humana. En un “yo” más profundo. Es algo que no sólo no conocemos, sino que tememos conocer.


Surge del inconsciente, de la fuente de lo realmente original, de ideas que se apartan de lo que existe en este momento. Los índices de genuina originalidad tan claramente visibles en el test Rorschach (O+ junto a M, H y FC-CF bien vistas).

La creatividad primaria es herencia de todo ser humano. Es algo común y universal. También ocurre cuando en psicoterapia profundizamos, nos adentramos en las capas inconscientes de la persona, allí la encontramos. Con la supresión de las trabas, controles, represiones y defensas; descubrimos, generalmente, mucha más creatividad de la que, a simple vista, aparece. Se sabe que la psicoterapia, o el descenso a las capas más profundas, ordinariamente reprimidas, libera una herencia común, algo que todos hemos tenido y que se habían perdido.

Lo que llamamos una adaptación adulta “normal” (que no sana) implica dar la espalda a lo que asimismo nos amenaza. Y lo que nos amenaza es la dulzura, la fantasía, la “puerilidad” emocional. Constituye el espantoso miedo, en esta cultura patriarcal, a todo lo que la propia persona “normal” califica de “feminidad”, que, en el caso concreto del hombre, teme ser poco masculino o algo “homosexual”, es decir poco hombre. Hasta en el mundo de la mujer se puede constatar esa presencia, cuando pretende emular esos atributos patriarcales, en ciertas mujeres muy competitivo-masculinas.

La eupsiquia consiste en la integración armónica de los procesos primarios, originales del inconsciente, y de los procesos secundarios (sentido común, lógica, sensatez, realismo). Planeo esto así porque en nuestra sociedad, esta armonía, esta sinergia; no se suele dar de natural como debería ser; y su gente consecuentemente anda escindida. Como la creatividad pura, primaria, es poco habitual y resulta revolucionaria, se tiende al control del proceso secundario obteniéndose la represión de los contenidos inconscientes o primarios. Cuanto más tendemos al control más obsesivos y compulsivos nos hacemos y mayor rigidez en todos los aspectos exteriorizamos. El T.O.C.(Trastorno obsesivo compulsivo) es justamente esto. Las personas que manifiestan principalmente procesos primarios se hacen independientes de todo control, de tabúes, de disciplina, de inhibiciones, de planes calculados probabilísticamente; les cuesta ajustarse al tiempo y el espacio, o a la secuencia lógica, a la causalidad y al orden en sus diversos aspectos. Entonces, para las personas rígidas, todo esto, que es tan amenazante, se reprime y ocurre que, al no querer saber de ello de un modo consciente, esto reprimido aparece en los fenómenos oníricos y en el aspecto fantasioso.

Las personas más centradas, más eupsiquicas, no resultan ser ni excéntricas impulsivas ni lógico-controladas. La sinergia consiste en un patrón oscilatorio, una onda modulada en la que a un pico le sucede un valle, como las olas de un mar en calma. No hay lucha, hay un fluir rítmico. Carga energética creando cierta tensión seguida de una descarga que conduce a la relajación, todo ello produciendo bienestar; es decir el pulso natural de la energía y de la propia vida como manifestación de esta. La función de la psicoterapia humanista es permitir que cada persona descubra su propio modo de sinergia. No es adaptar el individuo a una estructura sociocultural, sino contribuir a que se de cuenta cada cual cómo se funciona armoniosamente dentro de la estructura que lo contiene. ¡Claro que deseará y tendrá como motivación el transformarla! ¡Obtendrá satisfacción en contribuir en ese cambio transformador!

 En las personas neuróticas, la propia sintomatología neurótica, es fruto de esta disociación; de ese intento de suprimir o reprimir lo primario. Así, por ejemplo, se entiende el tipo de relación entre hombre y mujer a través de la historia. La razón es obvia; puesto que el hombre las ha temido es por lo cual ha tratado de dominarlas y someterlas, como lo que ocurre entre lo consciente y lo inconsciente en la persona neurótica. La “mujer”, que representa los procesos primarios, creativos, recuerda al “hombre” el propio inconsciente, ese conjunto de fuerzas vitales pulsantes, es decir, el propio aspecto femenino en sí mismo. Con la disociación consecuente, el esfuerzo de controlar y someter esa parte de sí y que, también inconscientemente, proyecta en la mujer. Y cuando la mujer, con coraje, muestra enojo y rebeldía frente a este control masculino se acrecienta esa sensación de que es enemiga, adversaria y debe tratar de controlarla. Entonces esta disociación deviene en violencia, ya sea institucionalizada (política, cultura, legislación, educación, relaciones laborales, etc.) como en lo personal (violencia machista y de género); ya que lo que no sea un posicionamiento rígido en el estereotipo masculino-patriarcal, es perseguido como enemigo o, al menos, como adversario (homosexualidad, bisexualidad, transexual…). 

Teniendo en cuenta nuestra cultura, lo que se suele hacer es zarandear el avispero ocasionando dolor y caos. Y lo que debiera suceder es que el hombre integre en sí armoniosamente sus procesos primarios y secundarios. Sólo así podrá sentirse plenamente humano, sentirse fuerte y seguro de si mismo; y esa fortaleza, confianza y seguridad personal se debe a la aceptación de su propia feminidad. Cuando los hombres asuman su integridad, entonces estarán en condiciones, no sólo de tolerar, sino de gozar con las mujeres auto realizadoras, las plenamente humanas. Ningún hombre puede alcanzar este punto sin una mujer así, una mujer fuerte, plenamente humana, auto realizadora. Es algo recíproco. Un hombre en auto realización precisa de una mujer en auto realización y viceversa. Nadie puede darse sin el otro, ambos se potencian en su proceso auto realizador. Y esto no tiene absolutamente nada que ver con la pugna, sino con la presencia y el apoyo mutuo mientras se descubre el devenir personal y relacional. Constituyen así la recompensa mutua.

Con Freud se inauguró el concepto de inconsciente ligado al proceso primario constituyendo lo que denominaba “ello”, ese depósito de elementos instintivos en lucha (eros y tánatos) y de todo el conjunto de represiones. El estudio de los procesos primarios apareció del análisis de los sueños, las fantasías y de los procesos neuróticos; y más delante de los estados psicóticos. Muy lentamente, con el tiempo, el estudio de los procesos primarios se liberaron de esta carga negativa y sólo recientemente nos hemos dado cuenta la clase psiquiátrica y psicológica), en lo relativo a la ciencia occidental, mediante estudios con personas sanas, del proceso creativo, del juego, de la percepción estética, del significado del amor sano, del crecimiento y desarrollo sano, de la educación sana; de que todo ser humano es a la vez artista creador y lógico, racional e irracional, infantil y adulto, masculino y femenino, con conciencia ordinaria y otros tipos de conciencia. El estudio de los llamados estados alterados de conciencia (meditación, hipnosis, respiración holotrópica, experienciar sueños lúcidos, traces mediumnicos, viajes psíquicos ya sea autoinducidos como desencadenados por sustancias psicodélicas debidamente supervisadas (LSD, mescalina, psilocibe, etc.; y el estudio de los procesos diencefálicos, en especial del sistema límbico en el progreso de las neurociencias. Ahora se sabe que la persona sana, evolucionada, madura, accede simultáneamente a estos dos niveles. Es más, se sabe que la presencia de esta dicotomía es lo que genera la enfermedad tanto en un ámbito como en el otro; y afinando más, podemos afirmar que el mismo proceso de disociación es patológico, es como una guerra civil interna.

Una persona sanamente integrada es a la vez primaria y secundaria, puede ser divertida e inocente al estilo infantil como crítica y madura, puede ser inspiradora y visionaria y, al tiempo, deductiva y lógica. Puede ser libre y espontanea y también contenerse y controlarse cuando lo precise.

Greta Thunberg
Como he sugerido antes, como una onda con su monte y valle, con su expansión y contracción, como los núcleos celulares y el propio corazón; inspirando y exhalando como cualquier otro ser vivo; y como el pulso onda-partícula más allá de la física elemental.

La persona sana ya no es la “adaptada” al sistema, sino la que se presenta creativa y transformadora del sistema. La que anhela una utopía y crea su versión eutópica para contribuir al bienestar de su mundo personal, relacional, social y planetario. Se siente eupsíquica y desea lo mismo para quienes le rodean.




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